jueves, 4 de junio de 2009

Un sentimiento

El amor, sin lugar a dudas, resulta un tema muy complejo de tratar, es un sentimiento, algo que varía en función de la edad de aquellos que lo sufren, aquellos que lo viven, aquellos que lo sienten.

Lo niños pequeños ven el amor como un juego, un simple juego dentro de esa inocencia que tanto les caracteriza. Y yo pregunto: ¿Acaso el amor no es un juego? Ellos se divierten, no sufren, sino que muestran sus sentimientos sin miedo alguno y sin temor aparente. Son libres y muy enamoradizos, quizás la palabra amor se les queda un poco grande. El gran cambio lo sufrimos en la adolescencia, el amor, aquello que vemos desde tan lejos, eso de lo que solo hablan los mayores, esa palabra cuyo significado tenemos que descubrir por nosotros mismos, todo eso da un gran paso y se coloca justo a nuestro alcance. De repente todo es un huracán de sensaciones, un ciclón de pasión e incertidumbre, una ráfaga de emociones, una brisa de felicidad… Vemos a una persona y no la miramos como a las demás, la tratamos diferente, cambia nuestra forma de ser con ella y hacemos cosas que nos parecerían impensables si las hiciésemos por otra persona. ¿Qué nos pasa? Nos preguntamos una y otra vez sin hallar nunca la respuesta. También en la adolescencia nos encontramos con la cara mala del amor, algo horrible capaz de destruir un corazón de piedra y de hundir a alguien en la más terrible de las depresiones. Es muy bonito cuando dos almas apasionadas sienten la necesidad de cruzar sus caminos, de compartir su tiempo y su espacio, de entrelazar sus vidas y acumular recuerdos, buenos y malos, pero, al fin y al cabo, recuerdos. Pero ¿Qué hay de aquellos que lo sufren en silencio, aquellos que al ver a una persona sienten cómo algo les oprime el pecho y les devora lentamente? El amor no tiene escrúpulos y no mira por lo que alguien merezca o deje de merecer, el amor es completamente aleatorio y cruel. Todo son altibajos, montañas rusas de soledad y compañía, que terminan por marear a cualquiera. Todo esto ocurre mientras crecemos y cambia nuestra forma de pensar y nuestra forma de ver a los demás. A medida que pasa el tiempo, el interior de la gente, el carácter, va ganando importancia y deja en segundo plano a la superficialidad. Desde mi punto de vista, yo creo que la vida nos enseña lo mala que puede ser la superficialidad desde el principio para que escarmentemos y seamos más cautos al madurar y elegir la persona con la que unirnos y crear un mismo destino. Así es el amor, algo difícil de ver para un niño de quince años, algo que jamás entenderá nadie en su totalidad. Algunos dicen que es una trampa, un mecanismo para perpetuar la especie. Pero yo creo que es un sentimiento que nació con el ser humano, algo que se creó junto a nosotros desde el primer momento de nuestra existencia y que nos va a acompañar hasta el final de la misma, que sacará la bondad del hombre más vil y despiadado y enloquecerá a la persona más serena del universo, algo sencillamente inexplicable.



__SirexX__